Capítulo cuarenta y nueve

Lentamente, abrió los ojos. Su mirada encontró la laptop cerca y dos brazos alrededor de su estómago. Ana e Isha la rodeaban en el colchón, abrazándola mientras dormían. Alguien golpeó la puerta de la habitación.

—¡Levántense, chicas! —dijo en voz alta la señora Fernández.

Esto hizo que Ana e Isha...