Capítulo cincuenta y dos

Levantó la mano para llamar a la puerta. Con el leve golpe, la puerta se abrió, apareciendo Ana e Isha. Estaban abrazadas. Isha se disculpaba con Ana.

—¡Hola! Te estábamos esperando —Isha sonrió y la tomó del brazo.

—Lo siento. No quise herirte así... así. Nunca pensé que te lastimaría tanto como ...