16. Dejá de tocar lo que yo amo.

Damon entra sin golpear.

Su presencia es un vendaval: olor a cuero, a humo, a deseo mal contenido. Sus ojos me buscan, pero apenas me encuentra, gira la mirada y clava la vista en John, que está recostado en el sillón, con la camisa desabrochada, marcas rojas aún frescas en su cuello. Mis marcas.

Si...

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