18. Damon no se rinde.

Abro la puerta de mi departamento con la sensación de seguir flotando en la noche anterior. El cuerpo todavía me duele, pero de esa manera placentera que solo deja el deseo satisfecho. Los labios me arden por los besos. Los recuerdos me rozan como fantasmas de placer.

Y entonces lo veo.

Damon, de pi...

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