21. De los dos sensuales.

Amanece.

Pero el sol no entra.

Las cortinas siguen cerradas, como si la noche aún se aferrara a nosotros. Mis muslos están adoloridos, la piel marcada por sus bocas. El cuerpo todavía tiembla.

No hay palabras.

Solo respiro.

Solo los siento a ellos, en esa cama enorme, uno a cada lado. John acaricia ...

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