22. Reglas del juego ardiente.

La habitación está cargada, no de silencio, sino de esa electricidad espesa que precede a una tormenta. John está sentado en el sillón, con una copa de whisky en la mano, las piernas abiertas y los ojos clavados en mí, oscuros, implacables. Damon, en cambio, está de pie junto a la ventana, con esa e...

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