32. Nunca fue un juego.

Despierto con la sensación de que la noche anterior fue un sueño que me arrancó pedazos de alma, pero al abrir los ojos, y sentir el leve ardor en la piel, la tibieza que aún queda en mis músculos, y el eco lento de respiraciones ajenas en algún lugar de la casa, sé que no soñé, que cada instante de...

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