39. Besos envenenados.

John me observa con esa calma helada que siempre anuncia tormenta. Está sentado en el sillón de su habitación, el vaso de whisky en la mano, los ojos clavados en mí como si pudiera arrancarme los secretos con la mirada. Esa mirada… es tan distinta de la de Damon. John no necesita levantar la voz ni ...

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