48. Los límites los pones tú, hermano.

El aire en la habitación es espeso, casi sólido, como si cada respiración cargara el peso de todo lo que hemos callado, de todo lo que hemos hecho y no nos atrevemos a nombrar. Los miro a los dos, tan distintos y tan iguales al mismo tiempo, y siento que algo se ha quebrado, que lo que antes podía d...

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