68. Nunca vas a ser suya.

El cuarto está impregnado de ese olor dulce y húmedo que deja el sexo mezclado con sudor y perfume. Las sábanas arrugadas parecen un campo de batalla, testigos de nuestra guerra de gemidos, mordidas y rendiciones. Respiro agitada, con el cuerpo aún encendido, y siento cómo cada parte de mí palpita c...

Inicia sesión y continúa leyendo