CAPÍTULO CINCUENTA Y NUEVE

Mi codo golpea el suelo y me muerdo la lengua del dolor. Me agarro el codo y miro a Melo con furia.

—¡Ay! ¡Mira lo que hiciste!

Él levanta las cejas y me devuelve la mirada.

—Él te soltó.

—Porque lo sorprendiste. ¿No sabes tocar la puerta?

La risa a mi izquierda hace que Melo y yo nos giremos. Rogue...

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