Capítulo 37 37

—Nick, me corro —jadeo contra sus labios. Me aferro a él con tanta fuerza que se me duermen las puntas de los dedos.

—¡Mierda! A la vez, ¿vale? —gruñe con los dientes apretados. Me aporrea con fuerza unas cuantas veces más, hasta que casi pierdo el sentido, antes de gritar—. ¡Ya!

Y lo libero todo...

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