146- Verdades no deseadas

Sin más preámbulos, la perra cerró la puerta de un portazo y me dejó allí, frente a los ojos críticos de Sara.

Inhalé coraje.

—Certo, o que a traz aqui, Sara?

Movió las delicadas líneas de su rostro, con maquillaje ligero y lápiz labial nude.

—¡Mi hijo!

—Dominic está en Brasil.

—Lo sé. De hec...

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