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Con el paso de las horas, Alimceceg se fue desesperando poco a poco, pues el señor Yul no aparecía por ningún lado. Si bien, podía ser que el hombre hubiese huido, ella no lo creía capaz de hacerlo. En lo que conocía del hombre, al menos se veía cierto grado de lealtad.

Sin embargo, la convicción d...