Entre la espada y la pared

Mariana lo miró con una expresión desafiante, sintiendo una oleada de adrenalina recorrer su cuerpo. Era un sentimiento que le daba una extraña satisfacción al ver lo vulnerable que se veía Lorenzo en ese momento, como si todas las cartas estuvieran en su mano.

—¿Chantajearte? ¿En serio piensas que ...

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