Sin previo aviso

A medida que nos adentrábamos más en lo desconocido, nuestros sentidos se agudizaban. Cada crujido de hojas y aullido distante de un lobo nos hacía estremecer. El mismo aire parecía susurrar secretos, instándonos a avanzar con una sensación de urgencia.

Las horas se convirtieron en minutos agotador...