NOVENTA Y OCHO. LA REDENCIÓN DE SHANE

—¿Cómo me veo?

—Mal. O sea, horrible.

—Pareces como si te hubiera golpeado un tornado —añadió Avery desde el otro lado de la habitación.

Cammila suspiró suavemente. Sabía que se veía tan mal sin necesidad de escuchar los comentarios de Sarah y Avery. Dos días sin levantarse de la camilla eran realm...