Capítulo 1: Apps De Citas

—Es una locura —dijo Alejandro mientras miraba la pantalla con escepticismo. No estaba seguro de si debía confiar en esa aplicación de citas; le parecía una pérdida de tiempo.

No creía que pudiera encontrar el amor a través de una computadora, a pesar de sus dudas, decidió darle una oportunidad para que su hermana dejara de insistir.

Con el tiempo, probablemente confirmaría su escepticismo y no encontraría a nadie, permitiéndole seguir con su tranquila vida de soltero.

—No, para nada, es hora de que construyas tu vida —respondió su hermana Susana, quien había estado observando cada paso que daba al ingresar sus datos en la aplicación—. Durante quince años te has dedicado a tu hijo y has dejado de lado tu vida amorosa. Ya es hora de que tengas una novia, una compañera Alex, alguien con quien compartir momentos felices...

Alejandro miró a su hermana mayor y supo que tenía razón. Sin embargo, después de tanto tiempo solo, no sabía cómo volver a relacionarse con una mujer.

Desde que quedó viudo y se hizo cargo de su hijo, cerrando la puerta a cualquier otra relación amorosa, centrándose completamente en él. Ahora que su hijo estaba en la universidad y se había mudado al apartamento que le dejó su madre, Alejandro se encontraba solo en casa.

—Listo, tu perfil ha sido creado —anunció Susana repentinamente mientras aparecían imágenes de mujeres de su edad en la pantalla —aquí puedes deslizar y si alguna te interesa, puedes enviarle un mensaje o esperar a que te contacten. Con la foto que escogí, estoy segura de que tendrás muchas mujeres interesadas en conocerte...

—Son tonterías, verás que no llamaré la atención de nadie... —comentó Alejandro pesimistamente. Aunque se mantenía en forma, dudaba que alguna mujer pudiera interesarse por él.

—No seas tan duro contigo mismo, hermano. Eres un hombre muy atractivo —dijo Susana con ánimo mientras giraba la cabeza —eres como un buen vino, entre más maduro, mejor sabes —le guiñó un ojo —recuerda a tú asistente, que se te ha lanzado más de una vez, pero tú ni caso le haces.

—Si, pero ella no es de mi tipo —dijo Alejandro girando la cabeza de nuevo al monitor de la computadora —no quiero correrte, pero necesito un poco de privacidad…

—Está bien matador, te dejó para rompas muchos corazones —Susana tomo su bolsa —nos vemos más tarde para que me cuentes como te fue…

Respiró cuando al fin estuvo solo, fue pasando las fotografías y pronto comenzó a sonar una campanilla, los números de los mensajes que comenzaron a llegarle, todas eran de mujer de su edad, muchas muy hermosas, pero ninguna tenía eso que lo pudiera atraer.

—Es una pérdida de tiempo —dijo Alejandro cerrando la mensajería, iba a cerrar la ventana cuando apareció la fotografía de una chica, de unos diez o quince años menor que él, su cabello rubio claro enmarcaba perfectamente su rostro de porcelana, sus ojos de color azul cielo eran tan brillantes que lo llenaron de regocijo, algo que hace tiempo no sentía, vio su perfil y las demás fotografías que tenía en su galería.

Sin pensar presionó el botón de mensajería para comenzar la conversación con ella.

“Hola me llamó Alejandro he visto tus fotos y quede fascinado con tu belleza quisiera conocerte”

Los segundos siguientes fueron largos, mirándolo solo la pantalla esperando ver que ella leyera el mensaje tan formal que había enviado, los pensamientos pesimistas comenzaron a llenar su cabeza, estaba seguro que ella había entrado a la app a buscar alguien de su edad, no un viejo como él.

De pronto un bip sonó y sus ojos brillaron al ver que ella había contestado.

“Hola Alejandro, yo me llamo Maya y también me daría gusto conocerte”

Alejandro se levantó de su asiento tirando la silla, había vuelto a ser aquel joven que estaba feliz porque la chica le había contestado.

Respira profundo, tomo de nuevo su silla, mirando el teclado inició la conversación con ella.

Un mes después de comenzar a escribirse todos los días y no solo por la app de citas, sino también por su número personal, había llegado el tiempo de conocerse en persona.

“¿No será muy pronto para vernos?” le cuestionó Alejandro por mensaje un poco ansioso, pero ella respondió con naturalidad.

“No, creó que es tiempo” le contesto muy rápido el mensaje y continuó con la sugerencia del lugar “¿Qué te parece tomar un café en la cafetería del centro?”

“Me parece un excelente lugar, nos vemos a las cinco, ¿puedes a esa hora?”

“Por supuesto, nos vemos, llevare un vestido floreado”

La ansiedad no lo dejo concentrarse en todo el día en su trabajo, temía que cuando lo viera Maya se echara para atrás, por lo anciano que era. Ya no podía estar en la oficina por lo que se fue unos minutos antes a la cafetería donde sería la cita.

Tomo la mesa que tenía mejor vista de la puerta, para en cuanto verla entrar levantarse y darle a saber que ya estaba ahí. Se había aflojado un poco la corbata, y se remango las mangas de la camisa, el saco del traje lo había dejado en el auto, volteo un segundo a ver las flores que había comprado, sabía que eso aún les gustaba a las mujeres, y que sería un buen detalle para la primera cita.

—Hola son para mi —al escuchar aquella dulce voz levantó la vista y se encontró con aquellos ojos azules que lo hechizaron —son muy bonitas….

—Si, espero que no te parezca cursi y de mal gusto que trajera este ramo de flores en nuestra primera cita —Alejandro se levantó de la silla para darle el ramo y saludarla de beso en la mejilla.

—No, para nada, mis flores favoritas son los tulipanes, pero las rosas son muy hermosas —sonrió satisfecho, tal parecía que no había comenzado mal. Tomo la silla de ella para ayudarla —gracias, eres todo un caballero.

—De nada— respira su perfume de rosas, tan dulce y perfecto como ella —como te ha ido en tu primer día de trabajo.

—Muy bien, algunos chicos son muy pesados porque tienen dinero, pero eso no me intimida —era lo que más le gustaba de ella, lo segura que era con sus cosas —y tú ¿cómo te va en la empresa? ¿Cómo está tú hijo?

—La empresa camina a la perfección y mi hijo está muy bien, en los próximos días se ira de intercambio…

El tiempo que se les fue volando, conversando de todo un poco, que era de noche cuando salieron de la cafetería, quedado de acuerdo en verse la siguiente semana.

Alejandro ansiaba que llegara el viernes para tener la oportunidad de tener de frente a Maya de nuevo.

Las semanas fueron pasando, y ya no solo se veían un día sino dos hasta tres, una tarde de sábado Alejandro no pudo resistir las ganas que tenía por probar sus labios.

No dudo en tomarlos con ternura, pero con una pasión oculta, tenía tanto que no daba un beso que no sabía si lo estaba haciendo bien, pero creía que sí, porque Maya estaba respondiendo con la misma intensidad, su mano estaba en su nuca, atrayéndolo más a ella, sus finos dedos se hundieron en su cabello.

—Lo siento por hacerlo, pero desde el otro día quería…— dijo al terminar el beso y mirándola a los ojos, ella puso sus dedos sobre sus labios.

—Si no lo hubieras hecho hoy tú, yo te hubiera robado este beso — ella tomó sus labios, provocando regocijo en Alejandro.

Siguiente capítulo
Capítulo anteriorSiguiente capítulo