Capítulo 2: Quiero Que Conozcas A Mi Hijo

Al salir del restaurante lujoso, llevó a Maya a su departamento.

—No sabes cuanto te deseo —dijo Alejandro sin aliento, mientras vagaba sus labios por el cuello de Maya.

Cuando ingresaron al departamento ella lo abrazo y tomo en un beso tierno que poco a poco fue aumentando a la pasión que sentían los dos.

—Yo también Alex —respondió Maya, mientras se dejaba llevar por él al sofá de la sala, los dos cayeron y continuaron besándose con urgencia y pasión

—¿Quieres algo de tomar?

—No solo te quiero a ti —las manos de Maya bajaron a sus pantalones —quiero ser tuya Alex.

—Tus deseos son ordenes —se fundieron en un beso apasionado.

Alejandro la tomo en sus brazos y la llevó hasta la habitación donde dejaron que el fuego de su pasión los consumiera. Las sábanas de la cama quedaron enredadas entre ellos, habían hecho el amor por primera vez, para él había sido maravilloso, para ella el mejor sexo que había tenido en su vida.

Desde esa noche la mayoría de sus citas terminaba en ese departamento que se había vuelto su refugio.

—Te tengo un regalo —dijo Alejandro una tarde de fin de semana, de los que ya vivían ahí, se puso de pie y fue en busca de su ropa de donde saco una pequeña caja, de inmediato sintió la tensión en Maya —no es lo que piensas mi niña —por sus conversaciones se había dado cuenta que ella aun no estaba lista para aceptar una propuesta de matrimonio.

—¿Entonces de que se trata? —preguntó Maya aun tensa.

—Es un regalo porque hoy cumplimos un año de conocernos —Alejandro abrió la pequeña caja delante de ella, ella abrió los ojos al ver los pendientes de oro que tenía pequeñas piedritas que brillaban como nunca antes había visto.

—Oh Alex son hermosos —dijo Maya tomándolos y poniéndoselos en sus oídos —¿Cómo se ven?

—Hermosa —respondió Alejandro botando la caja a un lado —eres la mujer más hermosa del mundo, cualquier joya queda opacada por tu belleza —Maya sonrío mientras lo jalaba para abrazarlo y besarlo.

Las semanas continuaron entre más encuentros, donde comenzó a surgir algo más que ninguno podría parar.

Una tarde Alejandro fue a recogerla de la universidad en su auto convertible, mientras esperaba pudo escuchar a dos jóvenes que venían saliendo del recinto educativo.

—La profesora Zavala es tan buenísima —dijo uno, él otro completo.

—Lo que daría por estar con ella —el primer joven al ver Alejandro le dio un codazo, no era un secreto que él iba a recogerla y que era su pareja.

Alejandro no se molestó por los comentarios, al contrario, se sintió orgulloso de ser él quien tuviera el placer de tenerla en sus brazos casi todas las noches, de besarla y tocarla, los miró y le dio una sonrisa de orgullo.

—Alex —escuchó que decía Maya, ella venía saliendo corriendo del edificio, al estar a centímetros se lanzó a sus brazos y los envolvió en su cuello. Sin importar quien los viera lo beso.

—Bonita vine por ti para ir comer —dijo Alejandro con los labios pegados a los de ella.

—Tienes mucha hambre —preguntó Maya con un tono sexual, vio sus ojos que le pedían algo distinto que ir a un restaurante…

—Si mucha, te comería entera —respondió Alejandro en un susurro junto a su oído mientras mordía su lóbulo.

—Entonces brinquemos el plato fuerte y vamos por el postre —se separó para caminar y entrar ir al lado del copiloto con un movimiento de cadera que volvía loco a Alejandro —vamos a mi departamento.

Alejandro abrió los ojos, ella nunca había querido que fuera a su departamento, y que ella lo sugiriera en esta ocasión, era un paso más para que pudiera aceptar pronto una relación más formal, tal vez llegar al matrimonio.

—Vamos entonces —Alejandro abrió la puerta del auto para que ella entrara, corrió por delante de su auto para subir e ir al departamento de Maya.

Solo entrar, Maya se colgó de su cuello y lo beso, había deseado desde la mañana estar entre sus brazos que no podía esperar hasta después de la comida.

Los dos estaban recostados en la cama de Maya, después de haber hecho el amor.

—¡Me vuelves loco!  desde que te conocí quedé prendado de ti— acarició su rostro con ternura, con amor, Alex la abrazaba con fuerza a su cuerpo, no se cansaba de tenerla así entre sus brazos— eres tan hermosa…

—Y tú eres el hombre más guapo del mundo —Maya se acercó a besar sus labios…

—Te amo Maya —Alejandro pudo sentir como sus palabras hicieron que ella tensará, hasta el grado de alejarse de él y ponerse de pie— ¿te molesto lo que te dije?

—Si, tal vez esperas que te responda lo mismo, pero yo…—Alejandro camino hasta donde estaba ella cubierta con una sábana.

—No espero que me lo digas, Maya —con dos dedos en su barbilla levanto la cara de ella —quiero que un día me lo digas cuando te nazca, tal vez eso no pase, porque nunca te vas a enamorar de un hombre maduro como yo…

—No eres ningún hombre maduro, eres el hombre perfecto para mí —Maya acarició su mejilla con cariño —no me creo capaz de decirte que te amo, pero si te quiero mucho, y nunca te cambiaría por nadie.

—Ni por uno más joven… —replicó Alejandro un poco inseguro.

—Los jóvenes no me dan lo que tú —Maya lo besa, mientras volvieron caminado a la cama, ella despojándose de la tela que cubría su cuerpo.

Por la mañana Maya despierto en los brazos de Alejandro, con ningún hombre había despertado en su departamento, ni siquiera lo había llevado, pero con él le nació, lo quería, y no había duda que era el mejor amante, pero él estaba sintiendo algo más y eso los llevaría a un compromiso del que no estaba preparada.

—Buenos días bonita, me encanta despertar así todos los días —dijo Alejandro apretándola a su cuerpo —a ti no…

—Será mejor que te vistas, tenemos que irnos cada uno a su trabajo —dijo sería Maya, de nuevo se había tensado, y Alejandro se había recriminado por decir las cosas que ella aun le causaban conflicto.

—Maya lamento si te molesta mis palabras, las dije porque me gustaría que fuera así todos los días, hasta he pensado que es tiempo de presentarte a mi hijo —esas palabras le cayeron como agua helada, no estaba lista para ser presentada, menos cuando solo estaban saliendo sin ningún compromiso.

—No creo que sea buena idea, no sabemos si esto tenga futuro…—ahora las palabras de ella lo dejaron helado, había sentido que ella también estaba sintiendo lo mismo que él, pero al parecer estaba equivocado.

—¿Crees que lo nuestro no tiene futuro Maya? —preguntó Alejandro mirando el suelo…

—Hay que ser realistas Alejandro todo tiene un inicio y un final —respondió Maya —me voy a dar un baño, tengo que salir a trabajar, nos vemos después…

Alejandro se quedó de pie viéndola de reojo como entraba al cuarto de baño, tal vez se había equivocado en pensar en que Maya era la mujer que él quería y necesitaba.

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