Me quiere

Amelia

—Dime qué te tocó. Sus brazos eran de hierro también, sosteniéndome contra él como si fuera a desvanecerme si me soltaba. Pero su voz... su voz era la cuchilla. —Empieza a hablar.

Me puse rígida. Su tono era calmado, pero su aura se enroscaba afilada, inquieta. Había sentido lo que pasó. Me...

Inicia sesión y continúa leyendo