Capítulo 31

A la mañana siguiente, Alex nos convocó a Mia y a mí a su oficina, con una expresión severa en el rostro.

—Será mejor que agradezcan a lo que sea que adoren —dijo sin preámbulos—. Porque el señor Kelvin acaba de llamar y ha aceptado reprogramar la reunión de presentación.

Sentí una oleada de alivi...

Inicia sesión y continúa leyendo