Quiero experimentar

—Sabía que eras la Dama y por eso te marqué.

Alexander había llegado al último escalón y se dirigía a la silla vacía, junto al sofá en el que yo estaba sentada. Se sentó con gracia, como si no acabara de lanzarme una bomba. Su rostro, esculpido a la perfección, me miraba con una mirada fría. Parecí...