Regalo anónimo

Un golpe resonó en mi puerta.

—¡Voy!

Dejando el lápiz labial en el tocador, fui a atenderla. Judy, nuestra empleada doméstica, estaba allí con una caja en la mano.

—Perdona la molestia, querida. Pero esto ha llegado para ti —dijo, entregándome el paquete.

¿Para mí?

—¿Qué hay dentro? ¿Y quién lo...

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