Capítulo veinticuatro

El resto del grupo llegó antes del mediodía. Los tres se encargaron de los espaguetis que sobraron y agradecieron la comida.

—Ya me caes bien, pechos pequeños. ¡Ew! ¿Por qué me llamaría así? Era lo primero que me decía, y lo hacía con una mirada lujuriosa familiar. Recordaba esa mirada en el rostro...

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