Capítulo cuarenta y cuatro

ES GRACIOSO VER A ESTE IMBÉCIL ACTUAR COMO SI NO HUBIERA ESCUCHADO UNA PALABRA. Mi papá debe haber sido engañado, pero yo no. Recuerdo muy bien que él tiene sentidos agudizados, igual que nosotros. Probablemente se quedó allí tanto tiempo para escucharnos hablar.

—¡Gracias, señor Rogers! Veamos. Es...

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