Capítulo treinta y seis

Myra

Le dolía todo el cuerpo.

No estaba segura de cuánto tiempo había estado inconsciente esta vez. Sus ojos, bueno, su ojo derecho, se abrieron y pudo echar un vistazo a la habitación. Recordaba vagamente haber sido trasladada del sótano a otra habitación, pero esta parecía un quirófano impro...

Inicia sesión y continúa leyendo