Epílogo

Cinco años después:

—¿Quieres un poco de hielo?

—No.

—Creo que necesitas un poco de hielo. Tienes la frente toda brillante.

—Por Dios, Talia. Déjame en paz.

—No te pongas de mal humor. Solo estoy tratando de ayudar...

—Brenden —se quejó Irene—. Haz que se detenga. Por el amor de Dios, haz que ...

Inicia sesión y continúa leyendo