Capítulo LXIII

Lluvia

Dos vampiros me arrastran a una celda fría y vacía y me lanzan dentro antes de cerrar la puerta de plata detrás de mí. Caigo de rodillas y manos, y me muerdo las mejillas para evitar que un grito salga de mi boca. Afortunadamente—si es que puedo llamarlo suerte—las esposas han sido reemp...