Mateo

Mateo

Emma está actuando de manera sumamente extraña. Siempre fue una chica gótica y poco amigable, pero la consideraría una verdadera amiga. Ahora no sé qué trama, ni qué piensa, pero sé que tiene que ver con Flavio.

Desde que discutí con él porque desvió mi tiro y herí a Dinaí de gravedad, no hemos hablado. Apenas nos encontramos y nos esquivamos. Yo entiendo este lema de: "Hermanos antes que mujeres." Pero que no mame, por poco mato a la mujer que amo y todo por no fijarme que estaba detrás de mí mi mejor amigo. Si hubiese pedido disculpas lo habría aceptado, con un poco de tiempo tal vez las cosas serían las de antes, pero cuando me dijo que hizo lo necesario porque yo no tenía los cojones de hacerlo, quedó claro que no se arrepentía.

Y sí, me enfadé.

No he podido despegarme de Dinaí. Después de que me enteré de que el detective Serrano la mandó matar por medio de Germán, he hecho guardia a su lado. Apenas he dormido. Y por eso desconfío de Emma, pues está aquí, sin decir gran cosa y con semblante serio; es normal que piense que ante cualquier descuido mío, matará a Dinaí a sangre fría. Y eso no puedo permitirlo.

Porque estoy enfadado con ella, después de que saliera coincidencia de su ADN con el del mafioso que tomamos gracias a Catalina, no hay duda de que tiene nexos; pero no sé qué tan inmiscuida está ni cuál es su papel en todo esto. Aunque cada vez me convenzo más con la teoría de que ella y Germán se infiltraron y por ello es que estaban comprometidos y juntos en Sores. Casualmente justo cuando el mafioso también se esconde aquí.

Pero no por eso permitiré que le hagan daño. Sinceramente, no le veo sentido a que la maten, pues es más útil viva, pero con esta gente no se sabe. No confío en la policía y confiaba en Trébol, pero ya no sé ni qué pensar.

—Duerme aunque sea una hora —Emma suelta de improviso—. Te ves fatal.

—Gracias, pero no confío, aunque me haya mentido, aún la quiero.

Emma voltea los ojos, ya, la irrito, siempre ha dicho que me cegué por amor. Y pudiera ser cierto, pero nada puedo hacer.

—Te juro que no corre peligro de muerte...por parte de nosotros —le echa un vistazo a Dinaí, me dan ganas de taparla para que no la vea—. Vale más viva que muerta, lo sabes bien.

Se me queda viendo, me analiza, me estudia. Entonces abre los ojos lo más posible y suelta un quejido entre risa y sonido de desagrado.

—¿Pensabas que estaba aquí para matarla? —señala a Dinaí, ahora tengo el deseo de interponerme entre ambas—. Eso me ha herido; somos amigos, no lo haría sin decírtelo antes. Mateo, ¿qué carajo te pasa? ¡Espabila! Lo que hago aquí es juntar la fuerza de voluntad para decirte que Flavio está destrozado. La tonta de Haziel fue quien robó los documentos de la investigación, la descubrieron y la han encarcelado. No sé si la estén torturando, pero definitivamente creen que es enemiga. Tú y Flavio son amigos, deberías ir a verlo.

¿Debería? Vale, mi amistad va más allá de muchas cosas, nos hemos cuidado la espalda y nos hemos apoyado fielmente, pero no estamos en los mejores términos y no estoy seguro de querer dar el primer paso. Ahora, ¿Haziel? Por dios, yo confiaba en esa chica. Aunque claro, era amiga de Dinaí y aparte nos mintió sobre la razón de su llegada a Sores. Tal vez hayan hecho bien en encerrarla.

En este momento, lo único que me importa es que Dinaí despierte para asegurarme de que todo está bien con su salud. Ya de su perdón me encargaré después.

Trébol me convocó desde el día de ayer, no fui por cuidar a Dinaí, pero creo que no es buena idea postergarlo más. O sea sí, Emma es mi amiga, pero no sé si sea buena idea dejarla cuidando a Dinaí. Siento que ya no puedo confiar en nadie, pero la otra opción es quedarme aquí, que me vengan a buscar y que todo termine peor.

—Debo ver a Trébol —Emma asiente—. Si algo le pasa en mi ausencia, te juro que no te lo perdono.

Si no me he perdonado ni a mí, a ella menos aún.

Salgo de la habitación y paso por la de Catarina. La puerta está abierta, solo echo un vistazo y veo que está sentada en la cama, doblando ropa. Al fin la han dado de alta. No puedo evitar recordar el momento en que casi me acosté con ella. Cada vez que nos besábamos me recorría esa sensación fantasmal. Su piel siempre tan fría, su aura tan artificial. Me caía bien, no lo niego, pero hay algo en ella que no cuadra bien. Ese algo lo llevamos investigando durante mucho tiempo, pero todo es muy oscuro. Repito, es agradable y cumple con su deber, pero nunca logré acostarme con ella; lo bueno es que nunca me lo reprochó. Iban a creer que tengo disfunción eréctil o algo.

Llego a donde Trébol, pero no encuentro a nadie. Bajo hasta el sótano para llegar a la sala de autopsias. No tengo idea de dónde la sacaron o dónde la encontraron, pero el cadáver de Valentina está sobre la plancha. ¿No que estaba desaparecido? Tanto el doctor como Trébol usan bata, tomo una del perchero, me la pongo y me acerco.

—La policía lo tenía —informa Trébol en voz baja—. Si no trabajamos en conjunto esto se irá a la mierda. Se lo he dicho al detective. El doctor ha extraído muestras de todo; creemos que es de la misma especie que Catarina —el que usen la palabra especie me da coraje; son humanas, raras y manipuladas, pero humanas a fin de cuentas, ¿no?—. Analizaremos el ADN para buscar coincidencias. Te mantendré al tanto.

—¿Cómo es que terminó comprometida con un empresario aparentemente limpio? ¿Acaso todo fue planeado?

Trébol suspira y limpia sudor de su frente.

—Aún no sabemos la identidad del criminal, solo sabemos que tiene un parentesco con Dinaí Macías Quijano —siento un escalofrío al escuchar de sus labios el nombre de ella—. La teoría es que el padre no estaba tan limpio, que tenía nexos con la red criminal y creemos que Valentina junto con su hermano montaron todo como venganza. Habría salido bien de no ser porque llegó la caballería criminal. Es demasiada coincidencia, creemos que ella fue parte de los experimentos y si el padre no sabía quién era ella, al menos su familiar sí.

A pesar de que estamos cerca de la verdad, todo me parece confuso. Cuando Dinaí despierte le preguntaré todo. Necesito respuestas, necesito la verdad.

Me despido de Trébol y el doctor, si eso era todo, debo cuidar a Dinaí. Antes de que salga por la puerta, mi superior me habla con voz más grave de lo normal.

—Hay que hacer sacrificios, Mateo. Siempre has sido centrado, no te dejes llevar ahora por las emociones.

Sí, sí, a la chingada. Como digan, iré a hablar con Haziel, tal vez ella pueda iluminar mi ignorancia.

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