Capítulo 33. No son los herederos de la mafia roja.

Dominic Ivankov

Llegué a la mansión y cerré la puerta principal con un golpe seco. Caminé por el pasillo con pasos medidos, como si el suelo pudiera desmoronarse bajo mis pies en cualquier momento. La rabia y el deseo aún ardían en mi sangre, un veneno que no podía erradicar.

Trina. Ella era mi ...