Capítulo 50. La caída del pajarito.

Dominic

Mierda. Mierda. Mierda.

La palabra resonaba en mi cabeza como un eco, pero no podía detenerme. No quería detenerme. La sensación de su cuerpo alrededor del mío era demasiado perfecta, demasiado intensa. La estrechez de su interior, esa barrera que acababa de romper, confirmó lo que ya sa...