Capítulo 52. Bienvenida a tu infierno.

Elizaveta.

El dolor en mi mejilla ardía como fuego, pero no era nada comparado con el dolor en mi corazón. Dante me miraba con ojos llenos de odio, en ese momento sus manos se apretaron sobre mis hombros con tanta fuerza que creí que me los destrozaría. Las lágrimas nublaban mi visión, pero no...