55.- Donde Comienza el Refugio.

—Tienes razón. Lo entiendo. —Le acarició la mejilla con ternura—. Me dejas sin aliento, Lúa. Pero también me haces querer ser mejor. Y eso empieza por respetar tus decisiones.

Ella sonrió, aliviada, y lo besó con suavidad, esta vez con dulzura más que con hambre.

—Gracias.

Lucius se apartó apenas...

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