CAPÍTULO 3

BLAIR

El viento golpeaba mi rostro y me sentía libre; para nuestro pueblo, poder transformarnos en lobos es un signo de libertad, y más desde los 16 años cuando encontramos a nuestro lobo interior y aprendemos a controlarnos.

Todos estos pensamientos pasaban por mi mente mientras corríamos por el bosque hacia la manada o comunidad de Loone Moon.

De repente, algo cae sobre mi madre, que está a mi lado izquierdo. Me detengo instantáneamente y el característico olor a vampiros llena el aire. El tipo ha caído sobre mi mamá e intenta romperle el cuello, mientras ella desesperadamente trata de morderlo de alguna manera. Me pongo de pie sobre mis dos patas y me lanzo sobre él, dándole un zarpazo que le arranca la mitad de la cara, pero eso no lo detiene. Estamos ambos cara a cara.

—Así que la princesita quiere jugar —dijo en tono burlón.

Por mi parte, solo obtuvo un gruñido y yo mostrándole todos mis dientes.

—Vamos, princesita, muéstrame de qué estás hecha —dijo.

Salté sobre el tipo y él se movió desesperadamente para quitarme de encima. Hundí mis dientes en su hombro con todas mis fuerzas.

Solté al tipo y él cayó de rodillas y comenzó a convulsionar por el veneno que mis dientes depositaron en su piel. Veo a través de su piel, sus venas y el veneno corriendo de color negro, lo que significa que mi veneno ya está recorriendo todo su sistema.

Me volví hacia mi madre, que estaba tirada en el suelo gimiendo un poco.

Ella volvió a su forma humana normal, con lo cual reaparecieron sus ropas humanas para que pudiera ayudarla. Yo también realicé mi transformación.

—Mamá, ¿estás bien? —pregunté ya vestida de nuevo.

—Sí, estoy bien, solo creo que ese idiota me rompió el tobillo —dice mientras se sienta en el suelo.

Un minuto después llegan los demás, todos sorprendidos al ver al tipo en el suelo. Alexander sabe lo que pasó sin que tenga que decir una palabra.

—¿Estás bien, mamá? —pregunta Alexander.

—Sí, pero no creo que pueda manejar la transformación —dice mi madre con una expresión de dolor mientras intenta moverse.

—Está bien, te ayudaré a caminar desde aquí hasta la comunidad —digo ofreciendo.

—Pero no podrás transformarte.

—No importa, si te ayuda —digo, poniéndome de pie—. Alexander, ¿a qué distancia estamos de la comunidad?

—Estamos a unos 20 minutos —dice mi hermano.

—Bueno, te ayudaré hasta que lleguemos —digo volviéndome hacia mi madre.

—Está bien, eso está bien —dice mi mamá.

DALTON

Sentado en mi oficina revisando los planes para la construcción del otro invernadero. A las 6 a.m. ya con una taza de café.

Empiezo a darle vueltas a mi vida, desde mi rol como Alfa en la manada, hasta el hecho de que casi tengo 21 años y aún no encuentro a mi corazón. Mi compañera. Necesito hacer algo al respecto, si no la encuentro pronto, mi manada y la luna exigirán que haga algo.

Alguien toca la puerta y luego se abre un poco, dejándome ver a Nick. Mi beta. Camina un poco más hasta estar completamente dentro.

—Señor, hay alguien en el borde del territorio —dice formalmente.

—¿Cuántos son? —pregunto levantándome.

—No sabemos exactamente, señor, pero parecen ser 6, solo hemos confirmado que son lobos.

Con eso responde a mi siguiente pregunta no formulada.

—Bueno, vamos, no quiero sorpresas —digo abriendo un cajón para sacar mi pistola cargada con balas de plata.

—Perfecto —dice y espera a que salga para seguirme.

Salimos de mi casa, la que deseo algún día compartir con mi luna y algún día tener varios cachorros con ella. Pero, ¿a quién engaño? Nunca encontraré a mi Luna. Todo esto pienso mientras reviso para asegurarme de que mi pistola esté bien cargada. Caminamos juntos y en el camino se nos unen los guardias.

Llegamos a la entrada del bosque y esperamos a ver quién quiere entrar en nuestras tierras.

De repente, las ramas de los árboles comienzan a moverse, así que llevo mi mano a la arma. Un lobo aparece entre los árboles, su pelaje es de color miel con detalles grises, y lleva a una mujer de cabello negro sobre su lomo.

La mujer baja de su espalda, mis hombres se ponen en posición de batalla, pero levanto la mano indicándoles que esperen.

La mujer entra de nuevo en el bosque y el lobo se transforma en un chico. Levanta la mano como señal para que nos detengamos.

—Luna Vengada de la Manada, en nombre del Alfa Evan Van de Kamp, soy su hijo —dice y de inmediato recuerdo el nombre del Alfa.

—¿Quién más viene contigo? —pregunto.

—Mi madre, mi hermana, la luna del futuro Alfa Allan y mi compañera —dice con más confianza.

—¿Qué hacen aquí? —pregunto.

—Fuimos atacados por un grupo de vampiros, nos tomaron por sorpresa a las 4 de la mañana. Envenenaron nuestras aguas, muchos de nuestro pueblo han muerto —dice aún conmocionado.

Hijos de puta. Maldigo a esa maldita raza. El veneno es una de las armas más cobardes que existen.

—Mi padre me pidió que los trajera aquí, que estarían más seguros aquí —dice el chico.

—Por supuesto que lo estarán, nos ayudamos entre nosotros —digo.

—Gracias, Alfa, de verdad —dice Alexander.

Ya recordé el nombre del chico.

—Ahora ve a buscarlos, deben estar agotados.

—Por supuesto —dice Alexander y desaparece en el bosque.

—¿Está seguro, señor? —pregunta mi beta.

—Sí, estoy seguro, Evan Van de Kamp no habría enviado a su familia si no fuera realmente serio —digo.

El chico aparece ayudando a su madre a caminar. Le digo a mis hombres que los ayuden y estoy a punto de acercarme cuando noto un olor muy peculiar en el aire.

Es un olor dulce, suave, como vainilla, exquisito.

Mi lobo interior empieza a volverse loco, lucha por salir, mi corazón late más fuerte que nunca.

—Está cerca —dice mi lobo.

De repente, una hermosa chica sale del bosque junto a la de cabello negro.

—¡Compañera! —grita mi lobo.

Ella encuentra mi mirada y se queda paralizada.

Mi amor, mi compañera, mi luna. He encontrado a mi luna.

Pierdo el control y antes de darme cuenta estoy corriendo en su dirección. Cuando llego frente a ella, todo lo que puedo pensar es en besarla.

Ella me mira directamente a los ojos y son hermosos, sus ojos son de un azul pálido conectados.

Paso mi mano alrededor de su cintura y la acerco a mí. Intento colocar mi mano libre delicadamente en su mejilla y acerco mi rostro al suyo para besarla.

Sus labios son suaves y tienen un sabor a vainilla. Ella tímidamente corresponde a mi beso y eso detona algo dentro de mí.

Siento una inmensa alegría en ese momento, aunque solo sea por un instante, como si todo lo que buscaba ya lo hubiera encontrado y no necesitara nada más.

Siento sus delicadas manos en mi cabello y eso hace que apriete más mi agarre en su cintura.

Poco a poco detengo el beso y no precisamente porque me complazca.

Me alejo de ella completamente y noto que aún tiene los ojos cerrados.

Aún con mi mano en su cintura, acaricio su mejilla con mi mano libre y eso hace que abra los ojos.

Sus hermosos ojos azules.

—Hola —digo riendo un poco.

—Hola —dice ella también riendo un poco.

Mi deseo de besarla está presente de nuevo y la beso otra vez, pero esta vez antes de separarme de sus deliciosos labios, tomo entre mis dientes su labio inferior.

Mi instinto de posesión se activa y gruño.

—Mía —digo mientras coloco un pequeño beso en sus labios—. Solo mía.

Al mirar sus ojos de nuevo, noto un color púrpura apareciendo en su mejilla.

¿Quién diablos se atrevió a golpear a mi luna?

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