Capítulo 10 El abrazo de la oscuridad

La oscuridad me envolvía. No era ausencia de luz, sino una presencia viva, palpitante, que respiraba conmigo. Sentía mi cuerpo flotando en un vacío inmenso, donde el tiempo y el dolor no existían. Solo estaba yo… y la voz.

“Elara… hija de la luna rota… despierta.”

El sonido era dulce y desgarrado...

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