Capítulo 20 Los ecos del amanecer

El aire olía a lluvia reciente. A vida. A un comienzo que nadie recordaba.

Abrí los ojos bajo un cielo que no conocía: un azul puro, infinito, sin cicatrices de luna ni destellos de fuego. A mi alrededor, una pradera extendía su calma, ondulando bajo el viento. Todo era tan hermoso… y tan vacío.

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