Capítulo 21 Memorias del fuego

El amanecer llegó con un silencio extraño. El viento no cantaba, las hojas no murmuraban, y el lago —aquel espejo que tantas veces me devolvió mi rostro dividido— reposaba en calma absoluta. Todo parecía dormido, expectante, como si el mundo contuviera la respiración antes de pronunciar mi nombre...

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