Capítulo 34 El hijo del alba

Elara despertó entre hojas húmedas, bajo un cielo que no conocía.

La luz del amanecer se filtraba entre los árboles, y el canto de los pájaros llenaba el aire de una inocencia que dolía.

No había fuego.

No había dioses.

Solo el murmullo suave de un río cercano.

Por un instante, creyó que había so...

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