Capítulo 10: la prueba de fuego

Los días siguientes en la mansión fueron un torbellino de emociones. Mi hermana, Elara, recuperaba su vitalidad a pasos agigantados. Su risa, que había estado ausente por tanto tiempo, llenaba los pasillos de la casa. Verla sana, verla sonreír, era la prueba de que el sacrificio no había sido en ...

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