Capítulo cuarenta

La noche ya se hacía sentir en el cielo, reemplazando el azul claro y la cálida luz del sol que había brillado todo el día. Ahora la brisa calmada de verano soplaba contra mi cuerpo, no como un alivio y refresco para mi ansiedad, sino todo lo contrario. Mis manos sudaban, mis brazos cruzados sobre m...

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