Capitulo 32: la verdad de las cenizas

El aire estaba impregnado con olor a sangre y pólvora. El campo de batalla improvisado parecía un cementerio: cuerpos de sombras retorcidos, las camionetas ennegrecidas por el fuego y un silencio que dolía más que cualquier rugido.

Me quedé quieta, con las manos aún temblando. La luz que había br...

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