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—Rafiq, ¿estás borracho? —Ziza olfateó un poco, pero solo pudo oler su colonia.

—No —rió él—, para nada. Encontraba adorable el pequeño ceño que ella le hacía.

Una vez más, Rafiq se alegró de haber llevado sus túnicas en lugar de la constricción de un traje. Le permitían suficiente espacio para di...

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