Capítulo 4

—¿Al menos puedo probarme la ropa sin que me vigiles? —dijo molesta. El hombre la miró con ojos cansados y asintió caminando hacia otra parte de la tienda. Odiaba su trabajo.

Megan sonrió cuando su plan funcionó, ser bajita y menuda le ayudo a camuflarse por los estárteres y salir de la tienda sin ver vista e ir directo a donde Mark la esperaba. Apenas se miraron se fundieron en un beso profundo, se habían extrañado mucho, necesitaban saber que estaban ahí, el uno para el otro. A pesar de que nada había salido como planearon, Megan necesitaba saber que aún era su Mark, ella lo amaba mucho más de lo que el realmente imaginaba y estar en ese momento, ahí, infraganti para que no los vieran juntos le dolía en el alma.

—Necesito que tú sepas que... —Mark cerró los labios de Megan con su dedo y asintió, él sabía todo, la razón de porque lo había dejado plantado en la estación de tren—. Mi mamá nos descubrió y me obligo a casarme antes. —Megan debía decirle, quería que supiera la verdad. Mark pegó su frente con la suya, cerró los ojos, al menos quería sentir ese efímero pero hermoso momento, suyo. Por que sabía que no duraría lo suficiente.

—Ahora le perteneces a él —sus palabras salieron dolidas. Le pesaba tanto no haber podido luchar por su amor, ahora nada le quedaba, solo él recuerdo de lo que habían sido.

—No me ha tocado si a eso te refieres, a pesar de todo es un caballero —le explicó sincera. Aunque eso no justificaba lo que le había hecho.

—¿Ahora te gusta? —El castaño se alejó de ella mirándola receloso. No podía creer lo que le decía, más bien le dolía pensar que ella podría ver algo bueno el en hombre que la obligo a casarse con el.

—Claro que no, yo solo te amo a ti ¿me crees? —Megan no quería que Mark creyera que le gustaba Marco, aunque él fuera decente y atractivo no lo amaba como lo amaba a él. Y sabía que jamás lo haría.

—Si es así, entonces escápate conmigo. —Solar la miró decidido. Esperando que aceptada en ese momento, sin ninguna duda.

No había nada que deseara más en la vida que estar con él, pero Megan comprendía que no era prudente y menos en la situación en la que se encontraba. En el primer momento, después de que huyera, Marco retiraría cualquier ayuda hacia su padre. No podía permitir que eso pasara.

—No puedo, no ahora. Mi padre necesita la ayuda de Marco, yo... —le dijo suplicante—. ¿Puedes esperarme? —Esperaba que aceptará no lo quería perder. Pero tampoco podía a obligarlo a esperar por ella.

Mark tomó a Megan por la cintura y junto sus cuerpos besándola de nuevo, no podía decirle que no, cuando su vida no era nada si no estaba junto a ella. Aceptó aún sabiendo que sus encuentros serían limitados y efímeros, solo con la ilusión de que algún día podrían estar juntos.

Esa tarde regreso a casa un poco más feliz que cuando se caso, y la única persona que la hacía sentir así era Mark, se prometió a sí misma que aguantaría. Que soportaría todo para algún día no muy lejano pudieran estar juntos, ayudaría a su padre a levantar la empresa, se posicionarían de nuevo entre las mejores y cuando al fin lo logrará, dejaría a Marco para ser feliz a lado de su amado Mark.

No había querido comer, no tenía apetito, y menos al saber que tenía que compartir la mesa con su esposo tirano, aunque la llenará de regalos y obsequios ella jamás lo vería como algo que no fuera el hombre que lo alejó del amor de su vida.

Esa noche Marco había entrado a su habitación, Megan se había hecho la dormida, no tenía ánimo de hablar con él, casi todas noches iba a la veía dormir y con la misma salía de nuevo de su habitación, ese día creyó que así sería pero no fue así, Marco se acercó a ella y la miró directo contemplando su rostro, el cual para el era el más angelical que había visto jamás, quiso acariciarlo, pero se detuvo, temeroso a que se despertara y que Megan pudiera mal interpretar la situación, simplemente tomo la sabana para taparla un poco mejor y salir de ahí.

Megan abrió sus ojos, expectante de lo que había pasado en ese momento, Megan actuaba raro en ocasiones, pero no creía que pudiera tener consideración de nadie ni menos que pudiera sentir algo por ella, en su mente solo se decía una cosa, una cosa que Mark le hizo entender, Marco actuaba dulce y compresivo por que quería ganarse su confianza y después abusar de ella, eso no lo iba a permitir, rápidamente salió de la cama y fue hasta la puerta donde cerró con seguro, para asegurarse de que no volviera a entrar por el resto de la noche.

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Los días fueron pasando mientras Megan se veía a escondidas con Mark cada vez que iba al centro comercial y se escapaba de Kang. Había resultado muy buena para escabullirse y que su guardaespaldas no se hubiera dado cuenta de nada. Después de cada encuentro regresaba como si nada, esperando que su esposo llegará. Marco siempre llegaba con algún obsequio, como joyas o flores para ella después de un largo día de trabajo, era atento, amable y la trataba como reina, sin un atisbo de querer más que solo verla sonreír, Megan seguía pensando que no era tan bueno como le quería hacer creer, a pesar de todo no tenía queja alguna ante eso, incluso seguían durmiendo en habitaciones separadas hasta que Megan estuviera lista para dar el gran paso, ella lo sentía como una tortura lenta, algo que le causaba escalofríos pero que sabía que eventualmente pasaría y no sabía como le diría a Mark que se entregaría a otro hombre que no era él. Ni siquiera podía conciliar la idea.

Marco empezó a percibir a Megab más decaída, ella tuvo que empezar actuar cuando ver a Mark la mantenía de buen humor y feliz, haciéndole creer a su esposo que esa felicidad era creada por que por fin lo estaba aceptado como pareja, no podía estar más fuera de la realidad. Marco tenía alguna idea de por que tal vez Megan había cambiado de repente, la monotonía, el quedarse encerrada todo el día sin que nadie conocido la acompañará, estaba formando aquella tristeza en sus ojos, de verdad quería pensar que era ese el motivo y no el hecho de estar casada con él, por que quería creer que Mega podía amarlo tarde o temprano, y no sé iba a dar por vencido. Jamás le pasó por la cabeza que su querida esposa estuviera viéndose a escondidas con otro hombre y menos que este era su antiguo novio, en realidad Marco no sabía nada de Mark, el chico era totalmente indiferente e invisible ante el D’monte. Actuando de buena fe se le ocurrió una maravillosa idea y a así llamó a Constanza, la enemiga más grande de Megan. Su propia progenitora.

Ella miró a su madre cuando Marco le dio la noticia, no podía verla sin recordar lo que le había hecho, como le causó el dolor más grande en su vida, como había terminado con su vida entera. Constanza le dedicó una sonrisa hipócrita, tenía que aparentar frente a su yerno o que pensaría de ella. Estaba maravillada con la casa, la arquitectura los acabados, el lujoso diseño, bueno en realidad estaba entusiasmada de sacarle mucho provecho al viaje. Pronto se instaló en una de las recámaras de huéspedes, la cual estaba igual de linda que el resto de la casa. La rubia mayor no reparó en gastos, comprando todo lo que le gustará en el centro comercial, parecía no tener un límite con ella misma, no le costaba gastar siempre y cuando pagará con la tarjeta de crédito de Marco, estaba maravillada, se pagaba así misma por ser niñera de su tonta hija, no se pudo negar aún que le fastidiara ver a Megan con su cara de, soy la más desdichada del mundo, que le fastidiaba tanto, siempre haciéndose la mártir, la que merecía la luna y las estrellas sin esfuerzo alguno, ahora le daba una lección, para que se diera cuenta que todas las buenas cosas tenían un precio, pero algo curioso noto a su llegada, algo que llamó en seguida si atención. Megan había estado actuando de manera extraña y su curiosidad floreció. Esa niña de por sí era extraña, pero le habían bastado dieciocho años para poder saber que algo no andaba bien ahí.

Comían un aperitivo dentro de una cafetería en el centro comercial cuando Megan se disculpó para ir al baño, Kang enseguida trató de acompañarla, pero alegó que no se iba a tardar, que no creía que tuviera problema con ello, Kang aceptó ya que le daba menos trabajo y por que las últimas semanas siempre había actuado así y no había pasado ningún incidente, se quedó acompañando a la señora Smith, lo que Megan no sabía era que su madre estaba sospechando de ella, desde su llegada. Constanza no podía creer lo tonta que era su hija para no darse cuenta que no le creía nada de lo que decía. Dejó que se fuera sin problemas, espero por unos minutos y después la siguió encontrando a su hija de nuevo con ese tipo bueno para nada. La sangre se le subió a la cabeza, furiosa, ¿Que no pensaba a caso? Se preguntó. Megan se daba cuenta de que si seguía con sus estúpidos encuentro arruinaría sus planes.

Si Marco se enteraba de su aventura no sabía que cosas sería capaz de hacer, pero no era difícil imaginar lo que un hombre herido haría, no sintió culpa alguna cuando muchas hipótesis empezaron a surgir en su mente, una peor que la otra, claro para su pobre hija, entonces una idea pasó por su mente malévola y sonrió.

Todo podría salir a su favor si lo planeaba muy bien, no enfrento a Megan ni al muerto de habré de Mark en ese momento, simplemente regresó a su mesa como si nada hubiera pasado y esperó pacientemente a que su hija regresara. Actuó totalmente normal hasta que regresaron a casa para la cena.

La cena había pasado entre charlas banales, Marco era muy ocurrente, Megan lo observó por un momento pensado en que tal vez lo estaba juzgando mal desde un principio, aceptando que cualquier mujer caería perdidamente enamorada de él con solo verlo, menos ella, claro estaba. Tenia la idea de que el merecía alguien que de verdad pudiera corresponder su amor. Cuando llegó el momento de dormir se despidieron mientras D’monte le daba un casto beso en la frente, su cuerpo se erizó, tal vez hacia un poco de frío y no se había dado cuenta.

Megan subió a su habitación donde se dio una ducha y se puso ropa cómoda, en realidad hacía calor, era un verano calurosas, lo cual ponía en duda la reacción que tuvo hace un momento por el beso de Marco, no quiso pensar mucho en ese insignificante detalle. Esa noche solo llevaba puesto unos shorts y una pequeña blusa de tirantes de una suave tela de seda, estaba a punto de irse a la cama cuando abrieron de manera estrepitosa la puerta de la habitación, Marco entró rápidamente mirándola furioso, como jamás lo había visto. Megan se sintió asustada y cohibida ante su mirada, estaba vestida de una forma nada apropiada, pero eso no le importó cuando Marco se acercó a ella y la tomó de las muñecas de manera brusca. No entendía que estaba pasando.

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