


Capítulo 6
Eran pasadas las 3:00 p.m. cuando Megan había preparado una maleta pequeña sobre la cama. Se llevaría lo esencial, lo que quería en ese momento era escapar ya. Esperaría a que su mamá saliera como todos los días al centro comercial y ella le diría que se sentía mal para poder acompañarla y así salir hacia el departamento de donde él la estaría esperando. El plan parecía no tener ninguna falla. Estaba nerviosa, pero nada ni nadie la haría retroceder, estaba más que decidida a no volver a ese lugar.
El momento llegó, Constanza se fue junto con Kang y ella no perdió tiempo saliendo a hurtadillas de la casa, sin nadie, ni siquiera la domestica se diera cuenta de su huida. Su corazón se desbocó, senria la adrenalina a flor de piel, causante de la posibilidad que tenía de ser descubierta, pero más que eso, era por que al fin iba a poder estar junto a para poderse amar con libertad y sin restriccion alguna, sin enconderse de nadie, ella seria de el y el sería suyo, así de simple. Tomó un taxi el cual la llevó hasta el lugar donde se encontrarían, una pequeño departamento que Mark estaba rentando. Megan sacó las llaves que le había dado su amante unos días antes por si alguna situación con esa se llegara a presentar, jamás imagino que esa situación se presentaría tan rápido, sin embargo se lleno de insertifuble cual al entrar no lo encontró. Frunció el ceño, extraña, mirando sobre la mesa una nota que decía que no se preocupara que regresaría pronto. En ese momento una gran aprensión se hizo presente en su pecho, no le gusto para nada lo que estaba sintiendo en ese momento, solo quería que su Mark regresara lo más pronto posible.
Pero por desgracia el nunca llego, pasaron las horas, horas donde Megan lo llamó un sin fin de veces y le mando una tonelada de mensajes sin responder, se sentía desesperada por no saber de él, la incertidumbre la estaba matando, en su cabeza solo pensaba lo peor, lo cual no la tranquilizaban, no podía quedarse ahí sin hacer nada, necesitaba hacer algo, así que decidió ir a buscarlo, no sabía donde, simplemente lo haría, sin embargo, el destino le tenía deparada otra cosa en ese momento, ya que, cuando abrió la puerta se encontró con el rostro furioso de Marco y entonces todos sus miedos se hicieron realidad.
Sus ojos se abrieron como plato al ver el semblante de su esposo, ese semblante furioso y arrogante, era el mismo de la noche anterior y no pudo evitar que su cuerpo se helara de miedo, retrocedió por inercia, asustada y Marco entró al apartamento de forma intimidante, ni siquiera observó el lugar, no podía quitarle la mirada de encima, estaba decepcionado y más que dolido. Se sentía terriblemente traicionado.
—M-Marco ¿Qué haces aquí? —Megan preguntó con la guardia en alto. No podía creer que estuviera ahí. ¿Cómo se habían enterado de su huida? No tenía sentido para ella.
—Es lo mismo que te pregunto a ti. —Ladeó su cabeza tratando de tranquilizarse, Dios sabía cuánto estaba luchado con sus impulso de querer hacer algo que sabía que después se arrepentiría—. ¿Esperando a tu amante? —Pero fue imposible, sus palabras salieron venenosas y se acercó un poco más a ella—. Eres una...
—¡No te atrevas a tocarme! —le exigió asustada, pero Marco hizo caso omiso a sus palabras y la tomó de los brazos con brusquedad. ¿A caso lo creía un maldito chiste? ¿Eso era para ella?
—Te llevaré de regreso y no hay nada que puedas hacer al respecto. —Megan forcejeo, no quería irse con él, Monatalvo era más fuerte y la tomó de los pies, cargándola como un saco de papas mientras ella gritaba, pataleaba y lo golpeaba en la espalda con sus pequeños puños que no le hacían más que cosquillas.
Subieron a su auto y a regañadientes la llevó de regreso a su casa donde la mantendría encerrada en su habitación. Sin importar sus súplicas y llantos, ella quería verlo como el villano, pues le daría el gusto y lo seria al fin. La sujetó de la barbilla y la miró latente, Alice se tensó, aunque no quisiera admitirlo le daba mucho miedo verlo enojado, sus ojos llenos de rabia le hacían saber que no tendría compasión con ella, teniendo en cuenta lo que estuvo a punto de hacerle anoche, no quería que se desquitara con ella. No quería que le hiciera daño, por un momento pensó en suplicar, pero eso seria perder demasiado la dignidad ante el, cuando lo vio tan decidió al menos trató de mirarlo suplicante con sus ojos acuosos.
—Tenía que imaginar que algo así pasaría, eres una cualquiera que se acuesta con su amante y ahora... me quieres dejar —Marco le reclamó mientras la mantenía entre sus brazos. Megan era demasiado orgullosa para quedarse callada y dejar que le hablara de esa forma, sin importar el miedo que le tuviera no iba a permitir que la tratara como una cualquiera, se estaba aferrado a la poca valentía que pensaba que tenía, era eso o derrumbarse por completo ante sus pies y eso jamás pasaría.
—¡Si! —exclamó con fuerza, con su rostro a centímetros de él de Marco y con su cuerpo tembloroso, mirándolo con una mezcla de valentía y miedo—. Lo hice porque no te amo, a quien amo es a Mark, él es el amor de mi vida, con quien quiero estar y tú... —Lo miró con desprecio, no quería ser tan dura, pero al verlo era lo único que le provocaba—. Solo me das asco.
Marco no pudo más, fue víctima de sus impulso y la besó con brusquedad mordiendo su labio para que abriera la boca y pudiera meter su lengua. No le importaron los golpes que le estaba dando, la tomó fuerte de las muñecas mientras la seguía besando a la fuera y sin compasión alguna.
—Eres un maldito... —dijo Megan empujándolo con rabia cuando pudo separarse solo un poco de su cuerpo, pero Marco hizo más fuerte el agarre, soportado como ella lo miraba con recelo y ¿asco? No quería admitir que le dolia, pero así lo era.
—Dejame decirte algo, mientras yo viva tú jamás podrás dejarme, eso te lo juro. —La soltó limpiando el beso, lo había sentido tan amargo, sin nada más que solo depresión de su parte, ella pensaba que no tenía corazón sin saber que hacía y actuaba de esa forma por que lo tenía—. Dile adiós a tu amante, en este momento debe estar de camino al la morgue. —La miro serio, tarde o temprano se enteraría de lo que había pasado, era mejor que se hiciera a la idea desde ese momento.
La temperatura del cuerpo de Megan empezó a descender cuando las palabras de Marco llegaron sus oídos. Abrió sus ojos en demasía, y lo miró escéptica, eso no podia ser posible, nuevas lágrimas empezaron a formarse y negó, eso no podía ser verdad, no su Mark.
—¡Mientes! —le gritó, pero Marco no soltó ninguna expresión, endureció su semblante, no quería admitir que le afectaba verla dolida por ese hombre, ¿Cómo podía amarlo como lo hacía? Entonces Megan supo que era verdad, no vio una sola duda en su mirada, asi que no mentía, para su desgracia no lo hacía, así que se derrumbó sobre el suelo, no tenía más fuerzas para sostenerse después de saber aquella noticia ¿Qué le había pasado a su Mark? ¿Como había podido terminar de esa manera? Quería preguntar pero también sabía que al hacerlo se tomaría con una gran pared, fría y desinteresada por su sufrimiento, así que se ahorro sus palabras.
♡
Unas horas antes*
Mark aun no podía creer que su hermosa chica hubiera decidido, por fin, escaparse con él. Cuando le dio la noticia no pudo contener su alegría, era lo que tanto había esperado. La amaba con toda su alma, con cada célula de su cuerpo, con cada suspiron de su amor, que haría cualquier cosa por su ella, no podía ver su futuro sin Megan a su lado, ni siquiera podía ver su día día sin él efímero momento que compatian todos los días, pero por fin eso había llegado a su fin por que se tendrían el uno al otro sin tener que esconderse de nadie. Le emocionó tanto el panorama que veía a la distancia, los dos juntos para toda la vida, sin más obstáculos que soltó un suspiro de añoranza. Pensando en lo feliz que haría a su bella Megan.
Estaba todo arreglado, se irían a un pueblo cerca de la costa y con los ahorros que tenía podían sobrevivir mientras él encontrará trabajo, no le importaba que tendría que hacer para que ella estuviera bien, se esforzaría para que nada le faltara a su pequeña. Esperaba impaciente en su apartamento a que ella llegara cuando una llamada entró a su celular, era Marina, su amiga de la infancia, la consideraba como una hermana, desde pequeño habían compartido muchas cosas y ahora que había regresado a la ciudad volvieron a reencontrarse, recordando cuando Mark la defendía de los bravucones de la escuela. Fue por eso que al respoderle lo hizo feliz, quería contarle lo que estaba pasando con él y Megan, de la cual le había hablado en muchas ocasiones pero al escucharla a ella se preocupó.
—Cálmate ¿Qué pasó, Marina? —Se puso de pie, escuchándola expectante.
—¡Lo mate Mark! ¡Lo mate...! —Mark busco rápidamente sus llaves y salió de su apartamento.
Ni siquiera lo pensó dos veces para ir a su auxilio. Cuando ya se encontró en la casa de Marina, corrió hacia ella con urgencia cuando la diviso a la distancia, percatándose de un pequeño detalle, tenía su blusa llena de sangre. ¿Qué había pasado? Fue lo primero que se preguntó. La miró con los ojos bien grandes. ¿Qué había hecho?
—Mark, él... Él quiso violarme —dijo entre sollozos y el castaño movió rápidamente sus ojos, para divisar sobre su hombro el cuerpo de un hombre con una gran herida en su pecho. En seguida lo reconoció como Mino el exnovio de Marina. Joder, todo se veía muy mal, se separó de ella y la miró atento, su amiga se veía desconsolable y más que eso aterrada, estaba totalmente en shock con sus manos llenas de sangre.
Se acercó a revisándole el pulso del chico, de verdad quería tener la esperanza de que pudiera estar vivo pero no fue así y cerró sus ojos cuando no hubo ninguno signo vital. Efectivamente, estaba muerto.
—Sin pulso —susurró preocupado.
—¡Lo mate, carajo! —Marina tomó su cabello con desesperación y empezó a llorar sin control—. Mark no quiero ir a la cárcel, ¿quién cuidará de Nina? Ayúdame amigo te lo suplico. —Mark no quería que le pasara nada a su amiga, la apreciaba demasiado para permitirlo, además de que tenía una niña pequeña que necesitaba a su madre.
El castaño sopesó un poco la situación. La verdad lo pensó mucho antes de tomarla entre sus brazos y abrazarla como consuelo.
—Escúchame, no voy a permitir que nada te pase ¿entiendes? —La miró atento—. Vete. —La peli-roja frunció el ceño y negó. ¿Qué estaba diciendo?—. Toma tus cosas y yo me quedaré aquí a solucionar este problema.
Marina negó de nuevo. No podía irse y dejarlo con su problema. No era justo, Mark no tenía que cargar con todo.
—No quiero que te pase nada Mark. —dijo sincera.
—Nada me pasará, te lo prometo. Por favor vete ya —La tomó de la mano y la miró seguro para que no dudará en irse.