Capítulo 22: El precio de la envidia

—¡¿Por qué tienes que gritar, con un demonio?! —explotó Mark—. ¡Y quítate esos malditos zapatos! Me vas a volver loco con ese sonido del demonio. ¿Qué no estás embarazada? Se supone que debes cuidarte y no usar zapatos altos. Ah, pero solo lo recuerdas cuando te conviene.

Ella suspiró.

—No sabía q...