


Capítulo 2: Golpe de realidad
Aquello debía ser una pesadilla de la que pronto quería despertar. Con las lágrimas mojándole el rostro, Kara se debatía si entrar a la habitación para enfrentarlos o huir de la realidad. Tenía miedo de ver con sus ojos lo obvio.
—¡Qué rico, mi amor! —exclamó la amiga—. ¿También a Kara te la comes con tantas ganas? Dime, ¿no te soy más deliciosa que esa perdedora?
—¿Kara? Ni siquiera tocarla me apetece. —Lo escuchó decir, malicioso, como si ella fuera una basura para él.
Llena de ira, Kara dejó de ocultarse detrás de la puerta, dispuesta a confrontarlos; no obstante, verlos desnudos, uno encima del otro, mientras se acariciaban y besaban, fue un golpe duro para ella, quien de pronto sintió que perdía la poca cordura que le quedaba.
—¡¿Qué están haciendo?! —gritó colérica, y se abalanzó contra el novio. De un jalón, lo quitó de encima de su amiga—. ¡¡Malditos desgraciados!! ¡¿Cómo se atreven a traicionarme?!
Ella empezó a llorar y a golpear con sus puños al hombre que se suponía que la amaba. Él, quien le prometió que la respetaría y amaría por siempre, estaba rompiendo esa promesa y con su mejor amiga.
—¡¡Maldita traidora!! ¡¡Eres una zorra!! ¡¡Te odio!! —Ella se le abalanzó encima y la jaló por el cabello. Su amiga empezó a gritar para manipular a Mark y que este la defendiera.
—¡Suéltala! —ordenó él, y la agarró por los brazos con intención de detenerla.
Su amiga aprovechó que su amante intervino para correr lejos de Kara y cubrir su desnudez con una sábana.
—¡Suéltame! ¡Voy a matar a esa traidora y a ti también! —Ella se removía con brusquedad mientras lloraba desconsolada. Le dolía, cuánto le dolía.
—¡Deja de hacer el ridículo! —profirió su supuesta amiga con tono burlón—. Solo eres una ingenua si creíste que eras la mujer que él deseaba. No eres nadie, Kara —se mofó, y dejó salir una carcajada—. Solo mírate, eres tan patética.
—¿Patética? —Se soltó del agarre de su novio, estaba muy indignada—. A quien él escogió para casarse fue a mí y no a ti. Solo eres una perra que necesita ser el objeto sexual de la pareja de otra mujer para sentirte importante. Yo te creí mi amiga, pero no eres más que una oportunista, hipócrita y lanzada.
—Estás dolida porque tu novio tuvo que recurrir a mí gracias a que eres poca mujer. Tú ni siquiera sabes cómo complacerlo en la cama. ¡Si supieras todo lo que él y yo hemos hecho en todo este tiempo! Yo solo le he dado lo que tú eres incapaz, así que ya deja de hacerte la víctima y sal de aquí. Todavía él y yo no hemos terminado, por lo que tú estorbas.
Kara sintió una rabia tan fuerte que solo deseaba callarle la boca a golpes a esa mala amiga. Llena de coraje, se le lanzó encima, pero la otra corrió en dirección a su amante, quien se puso delante de ella para protegerla.
—¡Quítate de en medio! —gritó Kara colérica mientras luchaba contra él—. ¿Cómo osas defenderla? ¿Acaso ella es más importante para ti que yo?
—¡Ya basta! —vociferó él—. ¡No dejaré que la toques! —dicho esto, él le pegó tremenda cachetada a Kara. No midió su fuerza, así que ella cayó al piso debido al impacto y su nariz empezó a sangrar.
Kara estaba destrozada.
Notó la mirada y la sonrisa airosa de su supuesta amiga y cómo él verificaba que ella estuviera bien, ignorando a su prometida.
—¿Por qué me haces esto, Mark? Yo siempre me he esmerado en ser una buena novia y te he entregado toda mi esencia y mi amor. Tenemos una relación bonita y hemos salido adelante juntos. ¿Por qué arruinar todo eso por una simple aventura?
—Deja tu ridiculez, Kara —respondió él con tono tosco—. Tu eres una mala mujer que ni siquiera fuiste capaz de cuidar a nuestro hijo, quien por tu culpa nunca nació. Eres una negligente y mala madre, así que te mereces todo mi desprecio. Esto es tu culpa, por ser como eres.
Las palabras de su novio le abrieron una herida que le había sido difícil de superar. Siempre era así con él: la culpaba a ella por haber tenido un aborto involuntario, de forma accidental. Era tan injusto que le atribuyera responsabilidad por su traición, pero peor, que tratara de manipularla con la muerte de su bebé.
Kara se le abalanzó encima llena de ira. Quería que sufriera de la misma manera en que lo estaba haciendo ella. Necesitaba que probara, aunque sea una parte de su dolor.
Él, en respuesta, empezó a golpearla, dejándola sin fuerzas y con el corazón quebrado en el piso.
—Por lo menos yo le daré ese hijo que tanto le negaste. —Su supuesta amiga se frotó el vientre con aire victorioso, terminando de romper los pedazos que quedaron del corazón de Kara.
Ella estaba embarazada de Mark, del hombre que le había propuesto matrimonio ese mismo día. ¿Por eso la defendió? ¿Estaba protegiendo a su hijo?
—¡¿Cómo pudieron hacerme esto si yo confié en ustedes?! —gritó Kara, llena de furia—. ¡Yo convencí a Mark para que te diera trabajo! ¡Él ni siquiera te soportaba! ¡Juro que los odio!
—Míralo por el lado bueno, cariño. ahora somos íntimos los tres y las dos serán las madres de mis hijos —respondió él, irónico.
Kara no podía creer su cinismo. ¿De verdad ese era el hombre con quien quiso formar una familia?
Por su parte, la amante miró a Mark llena de sorpresa y disgusto. ¿Acaso Kara se había embarazado también? Ella no podía permitir que esa tonta le arrebatara lo que había logrado con su jefe. Ella sería quien se casara con él y le diera esa familia que tanto había anhelado.
—Quédate con ella, lo nuestro ya se acabó —le dijo Kara con desprecio en su semblante.
Por un momento, él sintió arrepentimiento de sus palabras. Era la primera vez que veía esa mirada de odio en su prometida, bueno, la segunda. Le mortificaba que sintiera algo similar al desprecio que ella mostraba con los licántropos, a quienes culpaba de haberles robado su vida.
—¿Qué dices? Eres mi mujer, Kara —respondió él con descaro—. No fue mi intención lastimarte, pero tú te pusiste agresiva. Debes entender que para mí no ha sido fácil lidiar con la pérdida de nuestro hijo, además tú te negaste a quedar embarazada…
—¡¿Y por eso te metiste con mi mejor amiga?! ¡Qué cínico eres! ¡No quiero saber nada de ustedes!
Kara salió corriendo de la habitación, ignorando los llamados autoritarios de su novio, quien fue detenido por la amante cuando decidió ir tras ella.
—¡Ay! —gritó la mala mujer, y se puso la mano en el vientre.
—¿Estás bien? —Mark la colocó en la cama, preocupado.
—Me duele el vientre. Es por la discusión, si pierdo mi hijo será culpa de Kara.
—No digas tonterías, vamos al médico.
De esa manera, la amante logró que él no fuera tras Kara, quien vagó sin un rumbo fijo lejos de casa.
No sabía qué hacer ni a quien acudir. Estaba sola y llena de dolor.
No se había percatado del tiempo hasta que las penumbras cubrieron las calles y los faroles encendieron sus luces. Miró a su alrededor desorientada, pero no reconoció aquel lugar solitario y silencioso, tampoco le dio importancia. Lo único que quería era dejar de sentir y pensar, así que siguió su andar con pasos torpes y lentos, como si arrastrara los pies porque ya no le quedaba energía.
Su mirada perdida se enfocó en un bar pequeño y para nada lujoso, pero que debería ofrecer todo el alcohol que necesitaba para ahogar sus penas. No solía beber, tampoco recordaba haberse emborrachado antes; sin embargo, pensó que aquella sería su primera vez. Solo esperaba que fuera cierto que podía olvidar su dolor, aunque fuese por un rato.
Miró el bolso que todavía estaba enganchado en su brazo, todo sucedió tan rápido que nunca se lo quitó de encima. Suponía que su maleta de ruedas continuaba inerte en la sala, de la misma manera que la había dejado antes de ir a la habitación y descubrir aquella cruda verdad que le rompió el corazón.
Lo que debió ser una noche de celebración, debido a la propuesta de la mañana, se convirtió en el peor día de su vida. Lloró y se lamentó por esos años echados a la basura, por la burla de su amiga a sus espaldas y por todo ese amor que depositó en un monstruo.
Se sentía ridícula, humillada y patética. Quizás ellos tenían razón, ella era culpable por no ser suficiente. Pero ¿qué más esperaba él de ella si le había dado todo?
—Esos malditos se burlaron de mi en mis narices todo este tiempo. Con razón Cameron se ofrecía a ayudarme en la casa cuando yo tenía mucho trabajo acumulado. Claro, quería atender a mi novio también. Mark… ¿Por qué me hiciste esto? Yo te amé tanto… —Ella lloraba desconsolada mientras llenaba su cuerpo con alcohol.