Capítulo treinta

El primer mes sin mi madre y mi hermana, caminábamos por la casa con pies de plomo y cuando hablábamos entre nosotros era incómodo. Cuando preparaba la cena, él se sentaba en la sala y solo venía a la cocina si yo lo llamaba. Hacíamos casi todo en silencio y lo odiaba, pero no sabía cómo hablar con ...

Inicia sesión y continúa leyendo