


Capítulo 3
»Paola —me llamó—, dime. ¿Qué tal es sin camisa? Para hacer tanto ejercicio debe estar bien marcado.
Mordió su labio inferior.
—¡Que voy a saber yo! Vivimos juntos, pero siempre nos ignoramos, además a mí me parece muy feo y sin nada de gracia. —rodé los ojos.
—Amiga pues ponte tus lentes —soltó una risita—, porque ese hombre está buenísimo, que no lo quieras ver son cosas diferentes.
Hizo un baile de cejas.
—Déjame decirte que tienes pésimo gusto, la ciega aquí eres tú, si tanto te gusta ve y liga con él, al fin a todas les hace caso.
Seguí caminando, entré al salón. La verdad no entendía qué le veían al estúpido ese, Katia se sentó a mi lado y susurró.
—Yo que tú tendría cuidado con ese odio.
Soltó una risita. Fruncí el ceño, ya no pude preguntar a qué se refería con eso, porque llegó el profesor y los demás compañeros. Para mi desgracia estudiábamos en el mismo salón y ese año nos íbamos a graduar juntos. Teníamos clase de ciencias naturales, el profesor dijo que el jueves iríamos al campo según él para estudiar los diferentes tipos de plantas, flores, árboles, animales, nos pondría un trabajo en parejas.
Sería una caminata larga de tres horas, luego nos quedaríamos en campo abierto acampando hasta el sábado. Teníamos que tomar nota de todo lo observado y luego teníamos que hacer una exposición. Sería un trabajo largo, porque teníamos que tomar nota de cualquier cosa por insignificante que fuera, averiguar los nombres de cada planta, flor, el nombre con el que le conocía la gente, luego investigar su nombre científico. Aparte investigar para qué se utilizan las plantas, eso lo teníamos que averiguar con la gente de la zona. El profesor empezó a nombrar las parejas, justo para mi mala suerte me tocó con Álex, los dos nos miramos al tiempo, hablamos a la misma vez.
—¡QUÉ!
—¡Qué! —Mateo y Katia soltaron una risita.
—¿Algún problema? —preguntó el profesor—, será más fácil para ustedes reunirse al fin son familia y viven juntos. Les advierto, desde que salgamos del colegio cada pareja estará junto al otro en cada momento, no podrán alejarse. Estaré muy atento, esto será para que ustedes puedan observar todo y hacer un buen trabajo, esta nota es muy importante, ustedes deciden.
Los dos fruncimos el ceño, nos cruzamos de brazos, qué más podíamos hacer, nada. Iba a ser un fin de semana espantoso. El profesor nos enseñó un video de lo que tendríamos que hacer y del lugar que escogió. Estaba a las afueras de la ciudad, el autobús nos llevaría hasta una casa, luego teníamos que caminar.
Teníamos que ir con ropa cómoda, llevar las tiendas de campaña y comida. Sería como una expedición, primero pasaríamos por carretera destapada, luego por en medio de un bosque, hasta encontrar un camino. Luego por la orilla del río hasta llegar a una casa de campo enorme, allí acamparíamos. En esa casa nos daban la alimentación, pero la noche teníamos que pasarla dentro de la tienda de campaña con el compañero que nos tocó. Según el profesor para evaluar el compañerismo y el apoyo hacia el otro.
Solo pensé que estábamos perdidos. Cómo podremos ayudarnos mutuamente cuando tengamos dificultades, si parecemos a cada momento en un campo de batalla. No podemos pasar ni cinco minutos juntos, ahora tres días y dos noches, eso sería un caos total. El profesor explicó que así podríamos apreciar el medio ambiente, podíamos respirar aire puro lejos de la tecnología, viviendo como lo hacen los pueblerinos. Sería una tortura por el compañero que me había tocado. Salimos a receso, cuando sentí a alguien atrás de mí.
—¡Ojalá esté muerto cuando sea jueves! —soltó Álex— Prefiero eso que pasar tiempo cerca de ti.
—Lo mismo digo —respiré hondo—, al fin de acuerdo en algo, prefiero morir, a soportar tu presencia tantas horas.
—Ponte a rezar querida hermanastra — me miró fríamente—, para que se haga realidad, porque si llegas viva al jueves, convertiré esos días en un verdadero infierno.
Siguió su camino.
—¡TE ODIO! —grité.
Él giró su cabeza al tiempo que me miró.
—¡También te quiero querida hermana!
Me llené de coraje, como odiaba mi vida, a mi madre, todo era culpa de ella. Estaba segura de que convertiría esos días en una pesadilla, pero yo haría lo mismo, no me dejaré. Alguien me abrazó por la espalda.
—¿Por qué esos pucheros mi bebé? — preguntó Juan, lo abracé, me perdí en sus labios, esos besos deliciosos.
—¡Odió mi vida y a ese estúpido! —exclamé.
—Qué mala suerte amor, imagina donde te hubiese tocado conmigo, las cosas que tú y yo haríamos.
Me miró muy malicioso, luego mordió mi labio inferior, provocando escalofríos en mi cuerpo.
—La pasaríamos increíble amor, tú me enseñarías muchas cosas.
Sonreí, mientras mordía mi labio inferior. Con una mirada muy sensual empecé a caminar y él tras de mí. Me abrazó y me haló hacia su cuerpo, sentí su hombría en mi trasero, besó mi cuello, pero lo alejé.
»Aquí no, ¿quieres que nos regañen?
—Muero por ti hermosa, te imagino en mis brazos.
—Calma, lo bueno se hace esperar —Sonreí.
—¿Me castigas verdad, te encanta ponerme a sufrir? —susurró en mi oído.
—Solo estoy esperando la oportunidad perfecta —Respondí con una sonrisa.
—Amor, ¿por qué le pones tanto misterio a las cosas? Es normal que todas las parejas que se aman tengan relaciones.
Bajé la mirada, me miró muy malicioso.
»¿Bebé, tú eres virgen? —preguntó con curiosidad.
—Sí, ¿por qué pones esa cara? ¿Qué tiene de malo? —me encogí de hombros.
—No puedo creerlo —parecía sorprendido.
—¿Qué tiene? Apenas tengo 16, no soy como las demás, además tú eres mi primer novio, antes solo tuve amigos.
Pasó su brazo por encima de mi hombro.
—Que afortunado, seré el dueño de ese tesoro, te juro que será especial —sonrió.
—Estoy segura que sí, ahora solo a esperar el momento y la oportunidad —respondí.
—Claro que sí mi princesa, esperaré paciente.
Las clases transcurrieron con normalidad. Luego llegó la hora de regresar a casa, Juan me llevó. Aprovechamos que en la casa no había nadie, solo la empleada, pero ella no se metía en nada y Álex me imaginé que se quedó con su novia.