


Capítulo 5
Me levanté como era habitual para ir al colegio, evité encontrármelo. Salí con mi madre y después él con Rodrigo, cuando llegó al colegio solo cruzamos miradas llenas del mismo resentimiento de siempre.
—Si las miradas mataran, ustedes estarían muertos —comentó Katia.
—Tienes toda la razón, un día de estos vamos a terminar matándonos —escupí.
—Amiga, ¿estás segura de que lo que ambos sienten es odio? —Sonrió, la miré con el ceño fruncido.
—¿Qué insinúas? No ves que cada día nos soportamos menos, me choca tenerlo cerca, odio todo de él, es antipático, engreído, prepotente, amargado, me choca. Podría seguir y no terminaría nunca.
Cuando levanté la mirada él entraba con su novia tomados de la mano, Katia solo observaba, yo puse mis ojos en blanco.
—Si tú lo dices —se encogió de hombros.
—Conozco esa cara, ¿qué estás pensando? —Pregunté.
—No quisiera estar en tus zapatos el jueves —hizo una mueca exagerada.
—Ni me lo recuerdes, mejor cambiemos de tema. Ni te imaginas lo que pasó ayer.
Mientras caminábamos al salón le conté todo lo que pasó.
—¡Oh! por poco te acuestas con Juan, que nervios —susurró.
—La verdad no estaba muy segura.
En ese momento entró él profesor y Juan, lo ignoré, estaba molesta por salir corriendo como lo hizo. El día transcurrió con normalidad, a la hora de la salida Juan me alcanzó y me tomó del brazo.
—Amor, ¿estás enojada? —comentó Juan—,te invito a un helado.
—Saliste corriendo y me dejaste sola —Me crucé de brazos.
—Amor perdón, pero viste la cara de tu hermano, no quería problemas con él —Seguí caminando él tras de mí.
—Que no es mi hermano, aún así, él no tiene derecho de meterse en mi vida.
—Es tu hermanastro cariño, lo sé, pero no quiero problemas con él, ni mucho menos un golpe suyo, ya vez lo amargado que es —me abrazó, me besó, como decirles no a esos besos deliciosos.
—Lo que más rabia me da es que no pude estar contigo, era la oportunidad perfecta.
Le devolví el beso jugando con su lengua, provocando escalofríos en su cuerpo.
—Cariño, para eso tendremos mucho tiempo, no hay prisa —respondí.
Pasamos por un helado, dimos una vuelta por el parque y luego me llevó a mi casa. Entré y como siempre la casa estaba sola, mi madre casi nunca estaba en casa se la pasaba en el trabajo, ya me había acostumbrado a eso, a estar sola. Desde que mi padre se fue mi madre tuvo que trabajar mucho para darme todo lo que necesitaba, menos su tiempo y compañía. Cuando una madre tiene que hacerse cargo de sus hijos pasa la mayor parte de su tiempo lejos de ellos, aunque no les falta nada material les falta lo más importante su compañía y cariño.
A veces me sentía tan sola. Subí y me cambié de ropa, me puse una blusa de tirantes blanca y unos short cortos, recogí mi cabello en un moño alto, bajé y me acosté en el sofá. Tomé mi celular, revisé mis redes sociales, Juan tenía que irse a ayudarle a su padre. Katia tenía que ir a casa de su abuela, me puse a jugar con mi celular cuando se abrió la puerta principal, apareció mi querido hermanastro con Mateo.
—¡Que guapa estás Paola! — me saludó Mateo.
—Muchas gracias —respondí.
Álex solo ignoró y siguió su camino, Mateo parecía embobado mirándome, luego subió y se encerraron en su cuarto. Imaginé que para hablar de fiestas con licor y chicas. Me fui a la cocina y me preparé una rica fruta, estaba picando la fruta cuando entró Álex, traía una camiseta muy pegada a su cuerpo y una sudadera, como algo involuntario mis ojos se fijaron en su cuerpo, pero qué rayos me pasaba, tal vez quería ver si era verdad lo que decían todas, pero no, a mí me parecía horrible. ¡Que asco!
Abrió la nevera y sirvió un jugo, el silencio como siempre era tan cortante e incómodo, salió sin decir nada. Como siempre ignorándonos. Me serví mi fruta y salí al jardín. ¿Cómo hubiese sido mi vida si mi madre me hubiese dejado ir con mi papá? Seguro sería feliz, no viviría en el infierno donde estaba, como extrañaba a mi Papá.
¿Qué sería de él?
Esos pensamientos siempre llegaban a mí. Miles de preguntas llegaban a mí cabeza, preguntas que no tenían respuesta.
¿Dónde estará mi papá?
¿Pensará en mí?
¿Por qué nunca me buscó?
Terminé llorando y triste, pensando en que mi vida era un asco. Me tumbé en el césped con los ojos cerrados, solo lloré tratando de sacar ese dolor que llevaba adentro. Entré a la casa, subí a mi cuarto estaba tan distraída que no me di cuenta y me choqué con Álex solo me miró y seguí mi camino.
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Narra Álex.
—¿Qué le pasa a tu hermana? — preguntó Mateo.
—¡Que no es mi hermana, cómo te lo explico! — puse los ojos en blanco— ,esa está loca, seguro haciendo uno de sus berrinches, a mí que me importa lo que le pase a esa estúpida.
—No te enojes conmigo, al fin es como si lo fuera, bueno entonces no habrá problema, puedo hacer mi lucha —hizo un baile de cejas.
—¿De qué hablas? —pregunté.
—La detestas, pero no puedes negar que tu hermanastra está como quiere. Esa mujer parece una diosa, ese cuerpo esbelto y sus ojos divinos, esos labios carnosos provocativos.
—¿Estás ciego? No le veo ninguna gracia, es simple y no es de mi gusto, me parece horrible
—¿Tú estás ciego hermano?— Soltó una carcajada— .Paola está mucho mejor que las chicas con las que acostumbramos salir, esa mujer es divina.