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—Thalassa.

Una voz cautelosa llamó mi nombre, arrastrándome de vuelta a la superficie de la conciencia.

Despertar fue una agonía. El dolor me golpeó antes de que tuviera la fuerza para abrir los ojos, inundando cada nervio de mi cuerpo como fuego corriendo por mis venas. Un grito silencioso torció...

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